DESDE EL OTRO LADO DE LA LUZ

No es fácil escribir sobre lo que uno hace y vive. No es fácil cuando lo que prima en nuestra sociedad es el pragmatismo que, ayudado por la ciencia y la tecnología, organiza vidas de tal manera que el ocio solamente es negocio, centros comerciales, televisión basura, manipuladores que nos dejan sin memoria, manipuladores de masas que tratan de robarnos esos espacios de silencio necesarios para la creación, para escuchar el sonido del viento, para perdernos en la distancia, para la poesía, la música, la pintura, para la diversión natural del ser humano sin estar supeditado al apoyo artificial. ¿Qué sucedería si la tecnología en la que nos apoyamos para andar en esta sociedad se marcha sola? ¿Sabríamos andar con libertad, desde la libertad, cuando nos hemos olvidado de ella?. Afortunadamente a mi me queda la pintura. El lenguaje que utilizo, la tribuna que es la pintura, sus formas, son solamente una manera de exteriorizar lo que, con el devenir de la vida, he ido interiorizando; en este sentido he querido estar por encima de las modas del momento haciendo caso omiso a lo que estas me dictan. Un paisaje, una nube, una playa, son algo más que un mero encanto decorativo; son algo más que un momento encontrado, “arrestati, sei bello” decía Fausto en su Mefistófeles, sí es algo más que simplemente bello. Es un espacio vacío que requiere de la sensibilidad del espectador para llenarlo y así llegar al otro lado de la luz donde la realidad es esencia, es humo evanescente, es bruma que acaricia la montaña, es huella, es luz y futuro, es …el espacio para la inmensidad, para la creación desde la nada.

BIOGRAFÍA

Juan Díaz nació en 1953 en El Real de San Vicente, provincia de Toledo. Desde que en 1972 realizara su primera exposición individual, desarrolla una extensa labor creadora que le lleva a exponer en toda España y diferentes países como Argentina, Colombia, EEUU, etc.

Ferias nacionales e internacionales

Ha participado en numerosas ocasiones en ferias como : ARCO, Madrid (España); ARTEBA, Buenos Aires (Argentina); FIA, Caracas (Venezuela); ART FAIR, Palm Spring (EE.UU.); ART FAIR, Santa Fé (EE.UU.); LINEART, Gante (Bélgica); ARTESANTANDER, Santander (España); ARTEBO, Bogotá (Colombia); etc.

Premios y distinciones

Participa en diferentes concursos en los cuales le han otorgado numerosos premios, entre los que cabe mencionar: Premio Nacional de Acuarela 1990 CAM, Madrid; 1ª Medalla en el LX Salón de Otoño, Madrid; Mención Especial en el V Salón de Otoño de Plasencia; 1º Premio de Pintura “Premios Ejército 1996”, Madrid; Premio Adquisición en el 1º Certamen Fundación Wellington, Madrid. 1º, 2º y Premio Especial Rafael Requena en el Certamen Internacional “Villa de Caudete”.

Sus obras figuran en diferentes Museos, Colecciones privadas e Instituciones de Europa y América.

Es nombrado “Cerdán de Oro” en reconocimiento a su trayectoria artística en Talavera de la Reina en el año 1993

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CRÍTICAS

“El color de la elegía”


Decir que Juan Díaz es uno de los mejores acuarelistas de España, sí no el mejor, es casi rayar la obviedad y no hacer concesiones al ditirambo, puesto que el conjunto de galardones alcanzados en competiciones nacionales así lo demuestran. Esas primeras medallas en los Salones de Otoño, son elocuentes testimonios que se unen a las victorias en tantos y tantos certámenes de raigambre peninsular logrados en variados puntos de la geografía ibérica. Pero si a ello unimos la aceptación de su obra en Europa y América, en el breve espacio de un quinquenio, convendremos en que el fenómeno Juan Díaz constituye toda una revelación.

Por los que se refiere a la muestra de Derenzi que comentamos, habremos de decir que el comentarista se encuentra falto de vocabulario y, sobre todo, de poesía, para llegar a pintar en la letra impresa, la intención y la estética sensitiva y emocional que hay en los papeles colgados en las paredes de la veterana sala.

¿Figurativo? ¿Abstracto? Ni lo uno ni lo otro y a caballo de las dos posibilidades. ¿Expresionista? ¿Lírico? También con ambos pesos tiende a equilibrarse la balanza. ¿Inmaterial? ¿Rotundo?... ¿Cuál es en verdad el espacio del arte en el que anda su estilo? Inclasificable, aunque posea referencias de muchos de los grandes maestros del pasado y del presente y, en particular, la acción creativa de su personal acento. Precisamente en esa personalidad y en ese modo de hacer podría radicar su secreto código. Pero ¿cuál es el secreto de Juan Díaz? Posiblemente su secreto radique en el poder de sus condiciones de pintor y en la posibilidad de otorgar misterio a su obra. Poder para ser capaz de tratar la acuarela como un óleo, y al tiempo otorgarle la ingravidez etérea del humo de lo puramente existencial. Técnica al servicio de la sensibilidad. O al revés, que tanto hace. Poder para ser uno de aquellos pintores románticos que trabajaron en la Roma decimonónica de Fortuny y de Muñoz Degrain y al tiempo para palpitar (como elucubraba Bécquer) en un rayo de luz, o en una corriente de aire humeante como quería Zóbel. En suma, la acuarela algodonosa y aterciopelada, etérea y densa a un tiempo de Juan Díaz, se fundamenta en el misterio o en la posibilidad insustancial de crear la atmosfera sensitiva en la que todo es sustancia romántica.

La música de su acuarela tiene la posibilidad de la descripción con suma fuerza, y al tiempo con la eteridad de cuanto no se puede circunscribir en el mero espacio del dogmatismo formal. Una música; posiblemente sí. Una música capaz de sugerir sensaciones y de mostrarnos la descripción más exacta de los ambientes sin recurrir a la excesiva novela de lo literario.

Una acuarela con color hecho aire y agua, hecho humo y aliento, hecho recuerdo y ausencia. Díaz descubre el color del frío, el color de la tierra seca de la Mancha, el color del agua que pinta en su quietud las fachadas de la Venecia que muere. El color de la elegía y del abandono… el color del amanecer o el del atardecer…en primavera o en invierno, helándose a la intemperie en la magia del aire de su agua…Todo ello conviene a sus temáticas, en las que el paisaje se convierte en protagonista sustancial, aunque la sustancia del motivo a través de sus pinceles es precisamente en reducir el argumento a ese pálpito de cuanto es evocación y misterio hecho color en el aire. Atmosfera pura del frío en sus montañas pintadas de nieve…calor tibio en sus playas solitarias en las que el mar azul besa con labios rosas el horizonte del atardecer…Grises indefinibles en el atardecer sin mañana de la Venecia que muere en la propia decadencia trágica de su galante historia…Arenas que se hunden bajo los pies en las playas desnudas…

Diario Levante, 17 Abril 1997
ANTONIO GASCÓ
Catedrático, Doctor en Historia del Arte
Académico correspondiente de las Reales Academias de San Fernando y San Carlos



Crónicas de la inmensidad


Quiérase o no (y dicho sin menosprecio de nadie), entre la obra de Juan Díaz ( Real de San Vicente, Toledo 1953) y la de otros grandes acuarelistas españoles se abre en cierto modo un abismo; hay demasiadas diferencias de concepto (¿qué acuarelista ha asimilado el de “cuadro objeto”, que es fundamental para entender la plástica contemporánea?) y las hay, también, cualitativas: ¿cuántos aportan algo nuevo a esta técnica –aparte de su maestría – sin por ello violentarla, sin transgredir sus leyes, sin renunciar a la fluidez, la transparencia, la ausencia de correcciones y arrepentimientos?. Como escribe el Catedrático Antonio Gascó “ Lo que ha hecho que la historia del arte avance (…) es precisamente la creatividad. La innovación y la fantasía, dando el salto en el vacío desde las sólidas posiciones sedimentadas del estilo anterior”.

Seis Menciones de Honor en las exposiciones de la Asociación Española de Acuarelistas y Primer Premio en la XIX edición; Premio Nacional de Acuarela en 1990, premio Ejército 1996, entre otros galardones…Su exploración de los formatos “extremos” (que al fin y al cabo obedece a una fascinación por la inmensidad, por el vértigo y no a un mero afán de elegancia) es bien conocida y en esta muestra, en la que podremos contemplar tres polípticos convertidos en escultura, en “bosque de acuarelas”, se abren nuevas vías de investigación y nuevas e insospechadas posibilidades para la “hermana pequeña” de la pintura…Juan Díaz pinta el vértigo que nos produce la inmensidad del paisaje: es el viajero que otea el horizonte, que se encarama a las lomas o que se acerca al mar. Como escribió Juan Antonio Tinte, “La anchura de los territorios, la traza horizontal, la temperatura y complementariedad de los tonos, hacen de esta pintura un remanso donde la realidad descansa de si misma sin alterar su esencia”. Entre los cuadros más sugestivos de esta exposición están por ejemplo los frutos de su viaje a la Patagonia y la Tierra de Fuego: desde la ventana de un hotel abandonado en el Cabo de San Pablo contempla el gran casco varado del Desdémona, y el faro herrumbroso e inclinado a la entrada del Estrecho de Magallanes; y tras él, la llanura infinita, la nada y el frío (puede pintarse la soledad y aún la inmensidad pero, ¿y el frío?)…Pocas piezas de esta serie nos han llegado, desafortunadamente, porque la que era su tercera exposición en Buenos Aires fue un éxito rotundo. Entre sus temas preferidos están también las panorámicas de Venecia, envueltas en brumas (“Venecias románticas en las que las brumas se hace acorde musical con sonido quejumbroso de oboe vivaldiano. El tiempo viejo, el tiempo ausente, el tiempo del silencio hecho color…”, escribe también Antonio Gascó) y las playas del Sur de Francia (como el soberbio “Playa de Hendaya”, tan prodigo en detalles y a la vez tan vacío) y del País Vasco. Y más allá, una serie de temas asturianos: montañas blancas que en ocasiones toman forma de políptico y en la que descubrimos una vez más al mejor Juan Díaz, al pintor de trazo suelto, que no teme al gesto azaroso porque sabe que para el acuarelista- más que para el pintos de óleos – está escrito el quincuagésimo-y último – secreto de Dalí “Nada de esto te servirá de nada si tu mano no está guiada por un ángel”.

El punto de las Artes, Enero 2001
JAVIER RUBIO NOMBLOT



Cuadernos de apuntes

Llevo tiempo eligiendo exposiciones que comparten, según mi criterio, características fundamentales en el propósito, en la actitud, y en la aptitud de los artistas que las firman. Comparten, según mi parecer una distancia con la tendencia a la destrucción caótica de la capacidad humana de apreciación de la belleza; un propósito restaurador de la aventura interior que supone el paso desde la sensación externa hasta la elaboración interna del sentimiento, la imaginación y el pensamiento; una ausencia de prejuicios restrictivos de lo que debe ser arte actual; un valor imprescindible para situarse, con franca y elevada humanidad, ante el misterio del arte, sin tomar el atajo de destriparlo y confundir lamentablemente su ser con su estar; un grado de respeto esencial por las materias, materiales , procedimientos, útiles y herramientas, considerándolas y tratándolas como colaboradoras autenticas para la personal expresión artística, según cada capacidad técnica. Todo lo dicho está presente en esta exposición, Cuadernos de Apuntes, de Juan Díaz, en un grado emocionante de manifestación.

Cuadernos de Apuntes es una colección de pintura actual que engarza sus eslabones estéticos en una cadena que no ha admitido los sobresaltos ni las fracturas externas, por un lado; por otro, es una colección innovadora, dentro del panorama técnico y de procedimiento de la acuarela, en lo que yo alcanzo en conocer; y por otro tiene la ambición justa y veraz, la nacida de un anhelo profundo, intangible y fiel de destacar las características de su propio eslabón mirando hacia el futuro. Su título, Cuadernos de Apuntes, no nos remite sólo a la dominable intimidad de la inmediatez y a su grata confesión de espontaneidad, sino también a un concepto apreciativo que se hace evidente en la liberación de dimensiones, formatos, reposos elaboradores de taller, y modos de ofrecer finalmente lo percibido, imaginado y creado. Todo ello con un equilibrio dialogante, un calibre justo para las partes y para la totalidad, una suavidad firme, un entendimiento profundísimo con la fluidez de la materia elegida, una sensibilidad acusada para la textura con discernimiento agudo para la elección entre lo deliberado y lo sobrevenido, un sentido claro de la seriedad y jugosidad del juego artístico y una muy elevada capacidad para el acierto con positivo, para el empleo del color con una paleta limitada y para que el contemplador logre entrar, como el propio pintor, en la “percepción de la sensación transmutada en gesto”, como apunta con acierto en el texto del catálogo Rubio Nomblot. No se pierdan, en su recorrido, la contemplación de la pequeña exposición que la galería ha dispuesto en su trastienda. Lo agradecerán.

Diario ABC, 31 Enero 2004
CARMEN PALLARÉS


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